Hijo de un tratante de cabras, Miguel Hernández, nacido en Orihuela, tuvo que abandonar el colegio cuando apenas sabía leer, para dedicarse al pastoreo, pero en su escasa formación ya había adquirido el gusto por la lectura y la afición a los clásicos y la poesía (sobre todo Góngora, Garcilaso y Juan Ramón Jiménez).
Su actividad como pastor no limitó sus inclinaciones literarias, sino al contrario, pues de su contacto con la naturaleza extrajo una fuente inagotable de experiencias, de léxico y de iconografía, que alimentó la sensualidad y originalidad de sus versos.
A finales de 1931 se trasladó a Madrid y entró en contacto con la vida literaria del momento. Regresó a Orihuela y conoció a Josefina Manresa, su futura mujer.
En 1934 vuelve a Madrid y trabaja con José María de Cossío en la obra Los Toros editada por Espasa Calpe. Traba amistad con Neruda, Alberti, Cernuda y Aleixandre.
En 1935, tras la muerte de su amigo Ramón Sijé, abandona su catolicismo y abraza la causa republicana. Colabora en las Misiones pedagógicas, toma parte activa en la guerra civil y fue nombrado comisario de Cultura.
Terminada la guerra fue arrestado y condenado a muerte. Se le conmutó la pena de muerte por 30 años de prisión, pero murió de tuberculosis en la cárcel de Alicante en 1942.
En su poesía se mezclan los rasgos campesinos con influencias garcilasistas y gongorinas.
Su obra cruza cuatro etapas bien diferenciadas: tras sus primeras composiciones gongorinas y puristas (Perito en lunas), Miguel Hernández avanza hacia la poesía impura, abierta por Neruda y los poetas del 27, para dar expresión al amor y a la crisis vital que lo acompaña (El rayo que no cesa).
A comienzos de la guerra civil, su esperanza en la lucha desplaza su poesía hacia un lenguaje llano, que hunde sus raíces en la canción popular y la lírica tradicional (Viento del pueblo y El hombre acecha).
Pero sus anhelos fracasan y el cansancio asoma en versos amplios y caudalosos en los que alcanza su expresión más madura e íntima, espantado por el espectáculo bélico, herido por la muerte de su hijo y la forzada lejanía de la amada (Cancionero y romancero de ausencias).
Valoración personal: Obra imprescindible para los que les guste la poesía hernandiana. Muy buena esta edición de José Luis Ferris en la que podemos encontrar una larga introducción con la vida del poeta y al final un cuadro cronológico que me ha parecido muy útil.
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