De Victor Hugo a Henning Mankell: vaya salto!!!. De la novela realista francesa a la novela negra sueca, de un libro de mil cuatrocientas páginas a otro de solo trescientas, de la Francia del siglo XIX a la Suecia del XXI. Al fin y al cabo, diferentes maneras de interpretar un género literario como es la novela y un lujo que nos podemos permitir los lectores: viajar en cuestión de dias por lugares tan separados en el tiempo y en el espacio.
Asesinos sin rostro es la primera novela de la serie en la que el protagonista es Kurt Wallander, inspector de policía en la pequeña localidad de Ystad en el sur de Suecia. Se publicó en 1991 y en ella Wallander, a pesar de que atraviesa uno de los momento más difíciles de su vida -separado de su mujer, complicada relación con la hija adolescente y con el senil padre- tiene que ponerse al frente de una ardua investigación: el asesinato de un matrimonio de ancianos en una granja de Lenarp. El marido ha sido horriblemente torturado y la mujer agoniza poco a poco, pero antes de morir pronuncia una sola palabra: "extranjero". Wallander y sus colegas deberán enfrentarse a una comunidad irascible, presa de insospechados prejuicios raciales.
Una historia bién construida y que entretiene. El libro no decepciona. Se lee rápido y el autor tiene la habilidad de engancharnos y que deseemos conocer el desenlace de un asesinato que en principio parece irresoluble. Incluso en un momento nos induce a que nos creamos unas pistas que después resulta que son falsas.
Ahora, a por la segunda de la serie: Los perros de Riga.
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