La acción principal de La luz que no puedes ver se desarrolla entre 1940 y 1945 durante la Segunda Guerra Mundial, pero se aleja de la típica novela protagonizada por guerras, judíos, campos de concentración, nazis... Aquí la historia es bastante original y los protagonistas son dos niños/adolescentes que les ha tocado vivir en bandos diferentes.
Marie-Laure vive con su padre en París, cerca del Museo de Historia Natural, donde él trabaja como responsable de sus mil cerraduras. Cuando, siendo muy niña, Marie-Laure se queda ciega, su padre le construye una perfecta miniatura de su barrio para que pueda memorizarla gracias al tacto y encontrar el camino a casa. A sus doce años, los nazis ocupan París y padre e hija tienen que huir a la ciudad amurallada de Saint-Malo.
En una ciudad minera de Alemania, el joven huérfano Werner crece junto a su hermana pequeña, cautivado por una rudimentaria radio que ambos encuentran. Werner se convierte en un experto en construir y reparar estos aparatos cruciales para los nuevos tiempos, un talento que no pasa desapercibido a las Juventudes Hitlerianas.
Siguiendo al ejército alemán, Werner deberá atravesar el corazón en guerra de Europa. Hasta que en la última noche antes de la liberación de Saint-Malo los caminos de Werner y Marie-Laure por fin se crucen.
La narración no es lineal, sino que va avanzando y retrocediendo en el tiempo lo que no impide que podamos seguir perfectamente el hilo. Los capítulos son cortos y de forma paralela y alternativa va explicando la historia de Marie-Laure y Werner.
Un libro recomendable, ganador del Premio Pulitzer de Ficción 2015
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